Claro y sintético, Julián Vadillo redescubre el pensamiento de una pionera en 'abrir brecha', Soledad Gustavo. RUBÉN MADRID ( http://culturaenguada.es/)
‘Abriendo brecha’. • Julián Vadillo Muñoz. • Editorial Volapük. • Guadalajara, 2013. • 295 páginas.
Estamos acostumbrados a ver cartas de presentación huecas pese a rimbombantes. En el caso de la editorial guadalajareña Volapük, que ha sacado de imprenta ya el segundo título de su catálogo en este primer año de vida, viene anunciando que se propone “rescatar contenidos y autores de indudable interés pero alejados de la atención de la oficialidad”. Y en su caso no hay ‘postureo’. Es una verdad como un templo.
Al menos eso ha vuelto a ocurrir con el nuevo título que acaba de editar. Si en el estreno se tiraba a la arena con un autor novel, Josean Aparicio, y nos descubría una narrativa más que digna, en esta ocasión da un giro de ciento ochenta grados hacia el ensayo histórico y filosófico, pero mantiene el mismo atrevimiento y la misma fidelidad a la promesa hecha de dedicarse también a quienes somos para darnos de leer aparte.
Dos apuntes
‘Abriendo brecha’, de nuevo firmada por un autor muy joven, el historiador azudense Julián Vadillo Muñoz (nacido en 1981), aborda la figura de la anarquista Soledad Gustavo (pseudónimo de Teresa Mañé) como ejemplo de la lucha, desde el movimiento obrero, de las mujeres por su emancipación.
Pero antes de seguir conviene hacer dos apuntes formales: no es una biografía, pero tampoco una reedición de textos de Soledad Gustavo con unos apuntes iniciales de un experto, aunque tiene de todo esto y más: abre el libro un estudio introductorio sobre historia del anarquismo español –muy útil para los menos iniciados–, continúa con unas pinceladas sobre el papel de la mujer en el movimiento obrero y desemboca en un estudio (he aquí la principal aportación) sobre el pensamiento de esta intelectual.
Otro aspecto atípico es que el anexo ocupa todavía más que el original que se da a conocer. Lo conforman más de 150 páginas con la publicación íntegra de varios de los textos más destacados de Soledad Gustavo. Es aquí donde el lector conoce de primera mano y de lleno el pensamiento de esta mujer que el libro reivindica como un nombre propio en la historia de las ideas, y no sólo (no podría haber nada menos feminista) como esposa y madre de anarquistas (Juan y Federica Montseny), por mucho que sean precisamente eso, anarquistas.
Hechos estos apuntes, hay que destacar que el libro está escrito con pulcritud y editado con esmero, lo que facilita mucho la lectura. Encontramos entre sus contenidos mucho más anarquismo que feminismo, aunque una de las lecciones que nos ha legado la protagonista, Soledad Gustavo, es precisamente que ambas corrientes deben ir de la mano, cosa que no siempre han hecho ni las feministas ni los anarquistas.
La obra y la vida
El asunto del libro no interesará, y seguramente nunca se pretendió, a quienes no tengan cierta curiosidad por regresar al clima del movimiento obrero de hace un siglo. Quienes sí tengan esa inquietud, reciben un esbozo muy claro y bien contado de los nombres, preocupaciones y debates que protagonizaban aquellos ambientes. Y, sobre todo, del encaje del feminismo dentro del anarquismo español. Hay un esfuerzo muy bien logrado de síntesis, pero sin simplificaciones excesivas de aspectos que necesitan contextualización histórica y tienen cierta complejidad intelectual.
El personaje de Soledad Gustavo no ocupa, pese a todo, demasiadas páginas, sino que se expone como un ejemplo especialmente desarrollado, con un resumen de su pensamiento que abre las puertas a la lectura de los textos que conforman la segunda mitad del libro. Se echa de menos saber más de ella, no sólo en lo que dejó escrito, sino también sobre los hechos de su vida. Quisiera el lector saber si el ejemplo que tuvo ‘abriendo brecha’ con lo que escribió se correspondió con lo que hizo (la coherencia entre vida y obra), o descubrir algo más de ese drama que seguramente vivió una mujer anarquista durante la guerra, y que apenas queda sugerido al recordar su muerte en el exilio. Esta demanda insatisfecha es, en todo caso, buen síntoma: el lector, atrapado por el asunto, quiere más.
En todo caso, ya avisa el autor, Julián Vadillo: su libro rescata de un incompresible olvido a una figura destacada. Puede ser, en ese sentido, un primer paso para próximas investigaciones, por un lado, y un buen aperitivo para continuar conociendo al personaje del mejor de los modos, leyendo su propia obra. De ahí esos escritos del anexo, densos cuando Soledad Gustavo escribe con su marido sobre asuntos filosóficos como en ‘Las preocupaciones de los despreocupados’, más directo y combativo en otros dirigidos a sus compañeras como ‘A las proletarias’, y más didáctico y reflexivo en ‘El amor libre’ o en el cierre con ‘El sindicalismo y la anarquía’. Son escritos que sorprenden en muchos casos por la aportación que siguen ofreciendo a un mundo ya muy lejano del que conoció la intelectual anarquista.
La editorial Volapük puede dar de nuevo por cumplida la misión: descubre en las librerías a un autor que hasta ahora era más habitual en artículos y conferencias, y redescubre a una pionera cuyo ímpetu había quedado borrado del mapa de la lucha por la emancipación de las mujeres en nuestro país. Larga vida, pues, para el uno y la otra.
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