sábado, 14 de diciembre de 2013

A las proletarias, a mis compañeras


Reseña del libro Abriendo brecha. Los inicios de las mujeres por su emancipación. El ejemplo de Soledad Gustavo, publicado en el periódico Diagonal. Reseña escrita por Manuel Tabernas

Cumple este libro una tarea muy importante que es la de romper la sistemática invisibilización de las mujeres y su contribución a la Historia y a su propia emancipación.
Abriendo brecha es un libro equilibrado y muy bien estructurado. En el primer capítulo nos habla de la lucha de mujeres concretas pero también del despertar de una conciencia colectiva. Y de un ansía y capacidad de organización que desemboca en la eclosión de organizaciones de mujeres a principios del siglo XX y su participación activa y masiva tanto en debates como en huelgas y motines.
En el segundo capítulo se dan unas cuantas explicaciones claras y sucintas de las ideas y practicas del anarquismo y del papel de las mujeres en su construcción. Las organizaciones anarquistas tuvieron muy en cuenta desde el principio la reivindicaciones de las mujeres, en parte por la influencia temprana que tuvieron las ideas de Bakunin en la península.
En el tercero se habla de la figura de Teresa Mañé (Soledad Gustavo que era como firmaba sus obras) y su aportación al anarquismo como traductora de textos, fundadora de la Revista Blanca, partícipe en debates y autora de obras fundamentales del anarquismo español, es importantísima. Aunque la historia la haya postergado frente a otros personajes de su familia (es la madre de Federica Montseny).
Este libro viene pues a reparar una inmensa injusticia histórica. Bien es cierto que Soledad Gustavo no se planteó la lucha por la emancipación de la mujer como separada de la lucha humanista que era el anarquismo, pero era fácil pensar entonces que la revolución acabaría con todas las injusticias. Quizá ahora pensaría que la revolución tiene que ser feminista o no sera.
Un nutrido y fabuloso apéndice con sus obras muestra que sus luminosas palabras y brillantes reflexiones son necesarias y a día de hoy mueven y conmueven por su absoluta vigencia. Señal de que los problemas son los mismos y que pese al paso del tiempo lo siguen siendo. La oscuridad, el atavismo, y las instituciones que las promueven siguen bien vigentes. Iglesia, estado, burguesía y retrógrados de toda laya se esfuerzan porque vivamos aún en la España atávica; la de los 40 años de paz; esa España donde la caspa deja de ser una enfermedad del cuero cabelludo y se convierte en una forma de vida. Aquel corralón desierto donde extinguieron las pocas luces que había y donde no han puesto todavía farolas nuevas. Quizá para que las mujeres no puedan andar tranquilamente por las calles.

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