domingo, 29 de noviembre de 2015

Anarquismo, Hardcore y cerveza fría: affidavit No 1

DSC_0001 Artículo del escritor mexicano Jorge Tadeo Vargas en su web Crónicas


Hace un par de días termine de leer el libro de Mark Bray; “La traducción de la anarquía: el anarquismo en Ocuppy Wall Street” (Volapuk; 2015) Un libro bastante interesante del cual después hare una reseña con más calma; pero lo que me llevo a escribir esta reflexión fue el apartado tres del capítulo tres del libro titulado: “Rage, zapatistas y punk con bocadillo de jamón” donde Bray hace un recuento histórico y biográfico de su acercamiento con el anarquismo y del concepto que se tiene de esta ideología con la mayoría de las personas.

En general debo decir que estoy de acuerdo en casi todo el planteamiento que hace sobre el anarquismo y sus máximos representantes ante la sociedad y los medios masivos de comunicación: los Anarco-Punks; los cuales no siempre son los mejores representantes de una idea como la anarquía que ha históricamente se ha visto como una ideología violenta, agresiva y bueno, ahora es entendible que desde la lógica anarquista donde queremos un mundo más justo, diverso, distinto al que tenemos hoy en día; una imagen en los medios de encapuchados, “mal vestidos” rompiendo ventanas en las marchas y manifestaciones pueden ser contraproducentes para difundir las ideas anarquistas; especialmente cuando los medios de comunicación al servicio del poder solo buscan como atacar cualquier intento de resistencia legitima, si desde la lógica anarquista el ataque a los edificios que representan al modelo de producción-consumo y al sistema de gobierno es parte de la resistencia; que sacada de contexto puede ser condenada incluso por los mismos movimientos progresistas o liberales. Cabe mencionar que esto no es nuevo; estos ataques a las acciones públicas de los grupos anarquistas no es algo nuevo y no solo tiene que ver con el movimiento anarco-punk; John Zerzan; teórico de la corriente anarquista conocida como primitivistas; ampliamente confundida incluso por sus propios seguidores; dijo en una entrevista a raíz de los disturbios que se dieron en la Cumbre de la OMC en Seattle hace ya más una década;  el menciona que primero se tiene que entender que la violencia se aplica hacia lo que representa al sistema; es decir a sus edificios, no a las personas y que esto parte de acciones de defensa ante la verdadera violencia que es la que provoca el capital. En la misma entrevista deja ver que esto es una parte de lo que ellos hacen; en sus comunidades el trabajo organizativo es fundamental para el cambio. De igual forma podemos mencionar la persecución a muchos otros anarquistas por defender sus ideales; es decir; no solo ha sido por romper ventanas  o ataques al poder sino que el desprestigio ha sido parte de la historia del anarquismo.


Regresando al texto de Bray que no deja muy bien parados a los punks; pintándolos como unos “niñatos” emberrinchados con el mundo pero sin ninguna propuesta organizativa concreta; más preocupados por causar miedo que por aportar a las luchas; me deja claro que las experiencias personales nos marcan incluso a la hora de trabajar. Entiendo que lo que el relata es su propia experiencia y lo que él piensa que debe ser la estrategia correcta de difundir las ideas anarquistas; ninguna de las dos son condenables o criticables, son experiencias y formas de acción valiosas por si mismas; solo que este relato en particular me llevo a recordar cómo fue mi llegada a las ideas anarquistas y como estas han ido evolucionando en los últimos veinte años.
En 1990 después de muchos años de nómada; Madre había decidió echar raíces en su ciudad natal; así que regresamos a una ciudad grande; iba comenzando la escuela preparatoria y fue ahí donde comencé a involucrarme en movidas activistas por medio de la escena Hardcore; fui parte del colectivo editorial de un par de fanzines (Ruido y Mensaje y Agresión Verbal) y así me fui metiendo más en la movida punk. Ya tenía algo de conocimiento desde más joven; pero este momento marco mi inicio en la escena punk que terminaría moviéndome hacia el activismo profesional o a movimientos más claros y organizados. En esos años conocí a jóvenes con inquietudes similares a las mías; comenzamos hablar de anarquismo desde una lógica muy empírica o desde teorías muy básicas que íbamos armando de las lecturas de los fanzines que leíamos, de algunos libros de Ricardo Flores Magón que se podían conseguir en las bibliotecas públicas de ahí me agencie por primera vez una antología completa del periódico Regeneración que al paso de los años la perdí y me la tuve que comprar; igual aprendimos  mucho de los himnos de resistencia en la música Hardcore que escuchábamos. Dos años después y ya manteniendo una correspondencia amplia con gente de otras ciudades metidos en la escena punk fue que me conseguí mis primeros dos libros sobre teoría anarquistas. El Gonzo; vocal en ese momento de Coprofilia; mítica banda anarco-punk del Distrito Federal y editor del fanzine “Solo muertos nos podrán callar” a petición mía me mando dos libros para continuar mi formación teórica; estos libros fueron “Forjando un mundo libre” de Ricardo Mella (Ediciones La Piqueta) y La “Anarquía y el método científico” de Enrico Malatesta. Después de eso se comenzó una amistad con muchos anarco-punk del DF participando en dos eventos que organizaba el Colectivo Cambio Radical Fuerza Positiva en el Museo del Chopo; un colectivo que por esos años estaba plagado de anarco-punk organizando acciones muy concretas y muy bien planeadas. Así conocí la Biblioteca Social Reconstruir y a su fundador Ricardo Mestre; anarquista español exiliado que ayudo a muchos jóvenes a saber que era el anarquismo; a la fecha esta biblioteca sigue funcionando y no es raro ver a las tres personas que la mantienen en pie portando camisetas de bandas Hardcore. De 1990 a hasta 1995 me mantuve con bastantes problemas pero activo en la escena anarco-punk, después y la fecha me he alejado de ella; en parte porque no me ofrece nada nuevo y en parte porque mi propia radicalización me ha llevado a alejarme de cualquier escena que siga presentado los mismos vicios del sistema que dice combatir. Aún sigo escuchando Hardcore (entre muchos otros estilos de música) y tengo grandes amigos que se mantienen dentro de la escena; que no se han alejado en lo más mínimo de los ideales anarquistas y que aún creen que otro mundo es posible. Con esto no quiero decir que dentro de la escena no existan muchos vicios que no solo afectan al movimiento anarco-punk; sino que son culpables de que mucha gente tenga una idea equivocada de lo que significa el ideal anarquista (sin apellidos) Aun al día de hoy existen personas que creen que el anarquismo es caos y desorden como ejes centrales del ideal; sin embargo existen grupos que siguen luchando por mantener el ideal vivo por el simple hecho de que el punk ha sido en las últimas tres décadas tanto  en Latinoamérica como  en España parte fundamental para difundir los ideales anarquistas de apoyo mutuo y solidaridad; del hazlo tú mismo; me atrevería a decir que es lo mismo en Estados Unidos, Europa u otra región del mundo pero lo dejare solo en lo que lo tengo muy claro. Lo que conozco cara a cara.

Con el paso del tiempo mi anarquismo ha ido evolucionando hacia un anarquismo cercano a la ecología social y toda la teoría elaborada por Murray Bookchin y sus discípulos; pero siempre con la certeza de que esta es una idea en constante evolución y muy diversa; que aunque podemos hablar de anarquismo “sin apellidos” en la práctica las formas son muy variadas. Alguna vez pensé en mi anarquismo desde la idea de Jello Biafra: un anarquista no promotor de la anarquía como el mismo se autodenomina; pero al ver mi quehacer que siempre intenta ser horizontal, diverso, asambleario; intentando que la democracia directa sea fundamental en el trabajo de base; pues entiendo que aunque no lo diga abiertamente sigo promoviendo el ideal.



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